jueves, 10 de marzo de 2011

De cómo viajo en autobus (y me creo un blog de paso)

                Son las 17:32 del 24/02/2011, compruebo que es cierto que en un Bus Supra te puedes conectar a Internet y decido hacerme un blog. De cómo. Parece que el 90% de la autovía está en obras, así que tiempo no me va a faltar, la autonomía de mi portátil es mi única enemiga. En realidad tengo otra. Mi inconstancia. También mi falta de iniciativa. Y otra más, mi falta de entrenamiento  en la escritura. Me gustaría flipármelo, cerrar los ojos, darle al teclado y que las palabras fluyeran de una forma natural. Pero esto no me pasa desde que tenía 6 años más o menos “Mi mamá me mima” Fluido y fácil. Así que me contentaré con escribir un par de párrafos.
                De cómo. ¿De cómo qué? De cómo soy, hasta cierto punto; de cómo vivo, sí, más o menos; de cómo pienso, psche, quizá implícitamente se pueda sacar algo. En realidad este blog sólo es una excusa para escribir algo que fuera de lo académico. Pero bueno, caractericémoslo: aviso para navegantes, el blog va a tratar de su autor, en este caso el menda. No es casualidad que en el primer párrafo se puedan contar 8 pronombres personales referidos a mi persona. Repasándolo, son 9. Repasándolo otra vez, 11. Es que a mí siempre me ha gustado mucho hablar de mí. No porque tenga un gran mundo interior, no porque sea interesante. Simplemente es una de las cosas que más me gustan. Escuchar a los demás no me gusta tanto, así que si algún día dentro de un par de años un alma sociable y caritativa me deja un comentario intentaré borrarlo antes de leerlo.
                Y es que a mí este tipo de páginas nunca me han gustado. Nada. Un grupo de ególatras dando opiniones sobre todo tipo de temas o colgando composiciones “artísticas”. E interactuando. Las opiniones no me interesan, hay demasiadas y la mayoría estúpidas. Sobre el arte en la red, nunca he leído poesía además de la de Antonio Machado y Bécquer (los dos por el colegio, nueva muestra de mi falta de iniciativa), pero antes me pongo con San Juan de la Cruz que con poemas de aficionados. Seguro que habrá algún superdotado que publica en Internet, pero su descubrimiento lo dejo en manos de los arqueólogos. Sobre la interacción, me parece más divertido Twitter. Y sí, estoy dando opiniones sobre todo tipo de temas. No pasa nada mientras no me las dé de artista.
                Vaya, la conexión va muy mal. Son las 17:58 y aún no hemos hecho la paradinha de rigor, empiezo a tener algo de miedo.  No sé muy bien dónde estamos, de Madrid a Zaragoza siempre se ve el mismo paisaje, montañitas con algo de vegetación y secarral. Hoy en Getafe hacía muy buen tiempo, 19 grados, y todo apunta a que por aquí también, con un cielo muy abierto. El buen tiempo consigue que no me asuste del todo. No he visto ninguna película de miedo con cielos azules y despejados. La conversación de la chica de adelante también es un indicio del clima en Zaragoza “¿Hace buen tiempo? ¿Sí? ¡Qué bien!” También le parece muy bien todo a la que tengo a las 7, que mañana firma el contrato de su nuevo piso. Ella va a Barcelona, llegará a las 23:30. A mucha gente le molesta que los demás pasajeros hablen por móvil a voz de grito como hace esta chica, pero yo estoy agradecido porque me encanta escuchar las conversaciones ajenas – ¡no tanto las opiniones!-.
 Mi compañero de viaje va roque desde el principio del viaje. Me alegro por él, me ha encantado la experiencia de dormir en el Supra. Muy cómodo, he  echado una cabezada de dos horas tranquilamente. No suelo desaprovechar la ocasión de dormir en el bus. Aun así, no consigo controlar mi boca y la suelo llevar muy abierta. Pero no se me cae la baba, ojo. Tengo un archivo de más de 10 fotos hechas con muy mala uva en viajes en los que he adoptado la posición. No subo alguna porque heriría sensibilidades aunque, repito, ni rastro de baba en ninguna. La tía de delante va sola y se ríe. El chiste era malo y dudo que sea capaz de leer mi mente. Quizá haya sido por la película. Sale Jeff Bridges y parece chula, pero no me funciona la radio del asiento. Una pena.
La verdad es que los viajes en autobús no dan mucho juego para mi primera entrada. El más largo que he hecho nunca fue el del viaje de estudios, a Italia. Estaría cerca de las 20 horas, aunque igual exagero. A Murcia también se tarda bastante, unas 9-10 horas. Ese viaje me lo hacía con 14 añitos –con 16 también, Dani Martin-. Qué macho he sido siempre.
Me doy cuenta de que en mi nueva vida en Getafe –ya no tan nueva- he dejado de ir en bus. Sí que cojo el búho, pero eso no es nada comparado a lo que sucedía antes. Unos 175 días al año me dirigía a las 8:30 de la mañana al pasaje Ebrosa, paseo María Agustín 8/10/12, y cogía el bus del cole.  45 minutos de viaje todos los días. Y nunca fui al baño. Lo digo porque el señor de dos sitios adelante, el que lleva yendo en cabeza toda la carrera, sí que lo ha hecho. Quiero preguntarle si ha miccionado o defecado. Word no acepta miccionar, pero estoy casi seguro de que existe. Yo lo dejo. Este mismo compañero lleva una conversación animada con la señora de la izquierda. Es muy de película eso de hablar con un desconocido en un viaje de bus, o de avión. Yo sólo lo he hecho una vez y porque me hablaron a mí primero. Y la conversación no duró mucho.
Son las 18:32, la película ha terminado y el tema no da más de sí. Ahora me enfrento a Internet. Me dice un bocadillo de tebeo que es posible que se requiera información adicional del inicio de sesión.



Vaya, menudo  freno a mi carrera de bloguero. Ahora que había conseguido superar el miedo a las críticas. El mapita me informa de que aún queda un trecho importante. Se suponía que llegábamos en algo más de media hora. A ver si vuelve la conexión. Igual me he pasado de extensión, la barrera de las 1000 palabras ya superada. Releyéndola me parece una entrada bastante, bastante aburrida. Pero me gusta. Porque hablo de mí mismo. Y a mí mi mismidad me mima.


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