miércoles, 3 de agosto de 2011

De cómo Berlín (02) Primer día de clase y esos rollos


                Bueno, son ya las 2 de la madrugada y me pongo ahora a escribir. El motivo de mi tardanza son las conversaciones por skype. Veo cómo las de tuenti van cayendo y cómo yo, que probablemente sea el más ocupado mañana, no me acuesto ni pa tras. Y eso que tengo sueño, que ha sido un día movidito.
                No ha ido tan bien como ayer, pero tampoco ha sido horrible. A las 6 me he despertado (primeros rayos del sol), a las siete otra vez, y finalmente a las 8 me he levantado. Ducha, desayuno con Theodor y luego él me ha acompañado al Instituto. Ahí he hecho el examen de nivel, que me ha colocado en la clase B12C, entre B1 y B2, niveles bastante bajos para lo que he aprendido en el colegio pero que probablemente se adecúen a mi estado actual. La clase ha empezado a las 13:15, en un edificio bastante lejano al del Instituto que probablemente mañana me costará encontrar, pero es que Summer Haus (casa de verano) no me da ningún resultado útil en Google.
                Mis compañeros de clase, bastante curiosos. 3 italianas de mediano buen ver y unos 22 años, un inglés de 18 y un ucraniano de 20 o así –clavadito a Chris de Skins-. Otras dos mujeres con las que no he hablado, una de las cuales es española y tendrá unos 27 años. Y ya llegamos a mis preferidos: Frederiqe, de unos 40 años, profesor francés. Con él he compartido todo el primer descanso. Un señor de cuyo nombre no me acuerdo, un viejo australiano, afable y grande de unos 65 años que lee el libro con dificultad por su presbicia, mientras que su mujer duerme en un piso en Berlín. Finalmente, Sven, un periodista de tema político de Noruega, de unos 40 años, bastante majo. Con ellos compartiré esta estancia. Por el instituto he visto algún que otro español pero me han parecido todos muy gilipollas cuando los he escuchado hablar. Ah, en mi clase hay también una coreana, pero no habla. Nunca hablan.
Por ahora, y como es lógico, la probabilidad de salir a una taberna o algo es muy baja. Por eso, para no volver demasiado pronto, me he dado una vuelta. En dirección AlexanderPlatz. Primero siguiendo un cartel que marcaba la localización de esta plaza a 900 metros hacia el norte. Después de media hora caminando, otro decía que estaba a 700 al este. Finalmente, me he guiado por la cúpula de la torre de la televisión y he conseguido llegar. Ahí he comprobado que los alemanes no son tan limpios como se cree, que el movimiento Punk sigue con fuerza aquí y que hay muchos tíos pidiendo dinero. A un sordomudo le he dado 2 euros la cuarta vez que me ha pedido, y aún me lo he encontrado en otro punto de la ciudad. A eso de las 8 he decido volver a casa.
El transporte es caro, 1,40 euros por un ticket de 3 paradas. Mañana me compraré un bono para todo el mes, que cuesta 74 euros o así. Además del dinero, tengo que prepararme algún bocadillo para comer y comprar leche. Y también darme una vuelta por Unter den Linden, siguiendo los trayectos que me preparó mi padre en un papel. O dormir hasta las 12, que también es una opción. No sé, intentaré despertarme pronto.
Anímicamente estoy regular. Sé que vendrán tiempos mejores y pronto (día 8 o 9), y peores también pronto. Pero por ahora intentaré llevarlo todo lo positivamente que mi carácter de por sí pesimista me deje. Tres fotos que he hecho hoy:
 La torre sí que es alta
 La zona en la que vivo es bonita, la verdad. Y aquí abajo, la basura del parquecillo este. 2/25

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