viernes, 19 de agosto de 2011

De cómo Berlín (18) Rutina y Anticuerpos. Pequeño comentario de Los Edukadores


Y los días siguen cayendo, probablemente cada vez de forma más imperceptible, y me pasan menos cosas, me llaman la atención menos imágenes, o al menos tengo menos que contar. Supongo que es en lo que consiste la palabra “rutina”. Mi rutina actual no es divertida, aunque sí entretenida, probablemente más de lo que sería en Zaragoza a unos 16 días de empezar el curso. Levantarse a las diez y media, hablar con los padres por skype, preparar el desayuno-comida, ir al instituto. Salir con 30 minutos de antelación para llegar generalmente uno o dos minutos tarde. Y decir siempre “Esto en España es de una puntualidad perfecta”, mi pequeño granito de arena a la manutención de ese cliché. Terminar las clases, en las pausas entrar en internet y hablar un rato con los compañeros, cómo no, y hacer algo de turismo por Berlín. Si no hay plan para la noche, cenar algo, hablar con Theodor y a las 11 en la cama. Y a dejar pasar el tiempo hasta la 1 o las 2 de la noche –es la 1:37 ahora-.
Jueves 18, todo ha ido así, igual que ayer y antes de ayer. Igual que mañana, probablemente. Aunque hoy me he sentido un poco virus, la verdad. Un poco como Neo en Matrix, Jim Carrey en El Show de Truman o incluso Donnie Darko, todo el mundo parecía actuar como anticuerpos, tratando de conducirme por un camino concreto y reaccionando de una forma algo negativa hacia mí. Ya desde que he salido de casa he notado que el señor con el que me he cruzado por las escaleras no me saludaba, que bastante gente me miraba como si tuviera monos en la cara y que en el metro me chocaba con unos cuantos. La puntilla la ha puesto un señor que me ha pisado bastante fuerte, ha dicho FUUUU y se ha girado con una cara de mierda. Le he hecho un gesto de “no pasa nada” pero no se lo ha tomado demasiado bien y sin decir nada ha girado la cabeza. Me he sentido un poco tonto pidiendo disculpas porque me hubieran pisado. No he podido evitar decir en voz alta “Perdona por limpiarte la suela, gilipollas”, pero no se inmutado. No lo habrá entendido. Y eso es todo. No me han vuelto a pisar.
                La excursión de hoy ha sido a Bernauer Strasse, donde hay un cacho muro más y donde se pueden ver unos cuantos recordatorios a los fallecidos en la frontera -136, creo- y unas cuantas tumbas. He mirado las caras de las víctimas una por una pero ninguno se parecía a nadie que conozco, así que no habrá foto curiosa. Iba a quedar con Irene pero me ha dado plantón, así que me he dicho pues hablemos con Theodor. Pero el tío se ha ido a las 22:00 a la cama, que mañana madruga porque se va todo el finde a no sé dónde cerca de Dinamarca. Y me deja la casa para mí solo el tío. Qué fiestaza voy a montar. Y eso, poco más que contar. A ver si hago alguna salidita más que cada vez me queda menos tiempo y alguna cosilla tendré que ver. Y quizá comprarme algo, o a otra gente. Ya veré. Por lo pronto, que salga un día tan bueno como hoy, 30 grados casi todo el rato y sin lluvias.
 Los fallecidos en el muro

 Y les siguen dejando flores, aun hoy :)

 Era todo demasiado fúnebre y hacía calor, así que me compré un helado. 1 euro 20 en "Al Teatro"

PD: No he corregido nada así que si hay muchos fallos de cualquier tipo sus jodeis. 



Los edukadores
Bueno, hoy al fin la he visto. Y la verdad es que es buenilla. No me voy a meter a hacer un análisis exhaustivo, que no son horas y solo la he visto una vez, pero la comento así un poco rápido. Tiene historia de amor y trasfondo político de interés. La música está bien y estéticamente cumple con lo que necesita. No aburre aunque es larga, 120 minutos o así. Es entretenida y puede despertar un poco –muy poco- el intelecto de uno. Pero adolece de varios problemas: si bien las actuaciones son aceptables, porque el guión funciona, los personajes son más que planos, aunque el rico gordo me ha gustado bastante, y es muy difícil empatizar algo con ellos –y mira que Daniel Brühl, puto amo, hace eso sencillo haga de lo que haga-; no tiene ningún tipo de capacidad absorbente que parta de sus personajes o de la trama en sí, sólo del mensaje idealista y casi infantil de Jan, el protagonista; los desenlaces tan abiertos como el de esta película siempre hacen que uno se plantee lo que ha visto, qué te quieren decir con ese camino abierto. Y aquí no te quieren decir nada. De cualquier forma, la moraleja, resumida en la frase “Die guten Ideen überleben” –las buenas ideas sobreviven- me mola. Otro problema, teniendo en cuenta que gran parte de la trama se basa en un triángulo amoroso, es que la química sexual entre los personajes es floja floja, aunque probablemente fue la intención del director. Pero eso, que es buenilla y recomendable, no es mal cine.
Ya de paso, un dibujo que hice un día que me aburría en clase y una de las canciones de la película –que, como ésta, se queda en un final abierto-. 

 En realidad es Jahre pero me esquivoqué con el plural


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